11/3/16

El Gnomo del Huerto del abuelo Manolo



¡Bienvenidos de nuevo, Habitantes de La Madiguera de Cuentos!
 

        Hoy, como es Viernes, vamos a celebrarlo publicando un cuento nuevo, esta vez de mi propia cosecha; se trata de una historia que escribí hará unos dos años para la guardería de mi topita. En dicha guardería tienen un proyecto superchulo de comida ecológica para los peques y además tienen un huertito en el que plantan distintas verduras y hortalizas con los niños y les enseñan cómo se cuidan las plantas, cómo crecen y les explican que de ahí es de donde vienen los alimentos que comen cada día. Los enanos alucinan y disfrutan mucho con el huerto y descubren que la comida no "crece" en el supermercado de turno.

        Para los que estéis interesados en saber más sobre este proyecto os diré que la guardería es la E.I. "Las Soledades", en Lucena, Córdoba, por ese entonces vivía allí. Estoy convencida que si os poneis en contacto con Paula, su directora, estará encantada de contaros más sobre ese proyecto y seguro que os lo expica mejor que yo.Como os decía la historia nació por una de las tareas que hicimos con la peque, se trataba de escribir alguna adivinanza o alguna anécdota o hacer algún dibujo relacionado con el Huerto del Abuelo Manolo, que es como se llama el de la guardería. Y como tengo vocación de timbre y me encanta complicarme la vida. a mi se me ocurrió que era mejor escribir un cuento con adivinanzas incluídas y así nació "El Gnomo del Huerto del Abuelo Manolo".
¡Que lo disfrutéis!

        Había una vez un pequeño gnomo de jardín muy aventurero que buscaba un nuevo hogar. Andaba y andaba y andaba pero no encontraba ninguno. Empezaba a anochecer y nuestro pequeño amiguito estaba muy triste y muy cansado, ya no sabía qué hacer ni dónde buscar y de repente, a lo lejos, le pareció ver un jardín. 

        Tan contento se puso que echó a correr hacia allí y aunque tropezó y se cayó muchas veces raspándose las rodillas, casi no lo notaba de lo feliz que era por haber encontrado un sitio nuevo donde vivir.
         Como ya había anochecido y estaba muy cansado, buscó un sitio mullidito donde hacerse una camita, se acurrucó, se tapó con unas hojas que encontró y se quedó dormido en seguida. 
        Al día siguiente, cuando ya hacía mucho rato que había salido el sol, empezaron a oírse muchas risas y gritos y nuestro pequeño protagonista se despertó de golpe, aturdido porque no recordaba dónde estaba, pero como era un gnomito muy valiente y no le asustaba nada, se fue a investigar.
        Después de dar una vuelta se dio cuenta de que era un jardín un poco extraño porque no había encontrado ni una sola flor, lo revisó de arriba abajo y no fue capaz de encontrar ninguna de las flores que conocía y tampoco vio hierba. Sólo había tierra y unas plantas que no había visto antes. Además todas las plantas con las que se cruzaba lo saludaban con una adivinanza:- "Dentro de una vaina voy y ni espada ni sable soy" le decían unos redonditos.
- "Soy una loca amarrada y sólo sirvo para ensalada" le decían otras.
- "En el campo me crié, atada con verdes lazos y aquel que llora por mí, me está cortando en pedazos" gritaban algunas más allá.
- "Tengo ojos y no veo, me crié bajo la tierra, me puedes comer asada, frita o como quieras" le decían unas más gorditas.
- "Soy un viejo arrugadito que si me echan al agua me pongo gordito" le gritaban algunos a lo lejos.
- "Si quieres las tomas y si no las dejas aunque suelan decir que es comida de viejas" vociferaban otras por otro lado… ¡Todas hablaban al mismo tiempo!
¡Vaya jardín raro!

        Buscando, buscando se encontró con un muro enorme que tenía un dibujo muy bonito y unas letras muy grandes. ¡Menos mal que en la escuela de gnomos había aprendido a leer! Así que se puso a la tarea: "El huerto del abuelo Manolo"… ¡Anda, estaba en un huerto! Pero… ¿Qué es un huerto? se preguntaba nuestro amiguito y decidió pensarlo mientras andaba porque se le daba mejor pensar mientras paseaba.
        Pensando y paseando se dio de bruces con el origen de las risas y los gritos que lo despertaron. ¡Había un montón de niños corriendo y jugando por todos lados!        ¡Qué divertido, con lo que le gustaban a él los niños! Además eran los únicos que podían verlo, sin contar las plantas y los animales, porque aún creían en la magia y en las hadas y en los duendes y en los gnomitos como él. ¡Cuánto iba a disfrutar con tantos amigos nuevos con los que jugar!
        De repente sonó un timbre y los niños desaparecieron poco a poco… Qué raro… Pero como era muy valiente y muy curioso se acercó a investigar. Vio que todos los niños habían entrado en unas clases… ¡Claro, había ido a parar a una escuela! Así que el gnomito se puso a observar…
        Cuál fue su sorpresa cuando descubrió que a los niños les estaban enseñando lo que era un huerto… ¡Qué bien, por fin resolvería el misterio!
        Al parecer, un huerto era algo parecido a los jardines que él tanto quería pero en vez de plantar hierba y flores plantaban verduras, legumbres y hortalizas que servían para comer.
        Las que habían plantado en este huerto se llamaban guisantes, lechugas, cebollas, patatas, garbanzos y lentejas pero había muchas más… ¡Por fin entendió las adivinanzas!
        Madre mía, cuántas cosas nuevas por aprender. Así que decidió que se quedaría para siempre en esta escuela, rodeado de todos los niños, ayudando al sol y a la lluvia a cuidar el huerto para que las plantas crecieran sanas y fuertes.
        Y si prestáis atención, los días que hace sol se puede ver al pequeño gnomo trabajando en el huerto muy feliz y contento.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

        Y esto se acaba. Muchas gracias por tomaros un ratito para leerme.Si os ha gustado la historia sentíos libres de compartirla con el mundo y entonces ya será cuando muera de amor.

        ¡Hasta la próxima Historia, Habitantes de La Madriguera! ¡Abrazo fuerte de oso!

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