Bienvenidos, mis queridos confidentes, mis Habitantes de la Madriguera.
Hoy no os traigo un post de los que acostumbro, de esos desenfadados, ligeros, y amenos de leer (o al menos eso me gusta pensar)
Hoy escribo con nocturnidad y alevosía, cuando todo el mundo duerme, mientras mi mediolimón por fin consigue respirar regularmente, cuando mis pequeños sueñan: Azahara tranquilamente arrebujada en sus mantas y Alfredo sin tapar, porque es imposible, no se deja, aunque estoy convencida de que hoy tendrá sueños agitados pues ha pasado un día muy difícil para él.
Todos hemos pasado un día muy difícil...
Hoy os escribo uno de esos post que normalmente se quedan en la bandeja de borradores esperando que los desempolve y les de vida, aunque eso nunca llega y mueren en el olvido.
Hoy os escribo desde las entrañas, mientras lloro amarga en silencio, sin ver la pantalla, mientras me rompo porque soy de cristal, mientras sé que mañana no podré moverme apenas porque mi cuerpo no responde a las necesidades que le exijo, porque necesito un diagnóstico que no llega, porque la incertidumbre al respecto y la incapacidad y la necesidad de avanzar más y más rápido me van consumiendo.
Porque necesito un cuerpo que responda y no lo hace, nunca lo hace, duele siempre, siempre... Y el diagnóstico adecuado nunca llega... Y la cabeza a veces no funciona como debería, es un enorme agujero negro por donde desaparecen conceptos y vocabulario... E incluso memoria a corto plazo... La medicación, me tengo que repetir una y otra vez... Es la medicación...
Y sé que está mi mediolimón ahí, cubriéndome las espaldas, duchándome porque yo ya no puedo, cargando siempre el peso en casa, haciendo el trabajo duro... Siempre, desde siempre, para siempre..
Y sé que está mi madre... a la que le debo la vida antes, ahora y siempre... Que sé que tiene sus dolores, que sé que se ahoga pero tira más que yo, porque no puedo... Y no me llegan nunca las palabras a la garganta para agradecérselo... Se me amontonan y me atragantan...
Y me vuelvo a convetir en cristal....
Y no me gusta ser cristal... Siempre he sido acero... Siempre he podido sola... No me ha tumbado una depresión de lo más autodestructiva que hayan visto los psicólogos, salí por mi fuerza. No me han tumbado los malos tratos sufridos, que casi acaban conmigo y de los que salí huyendo, sin ser consciente realmente, embarazada de 7 meses... Y ahora me tumba mi cuerpo, la realidad me envuelve y me atrapa y me hunde cuando me pilla desprevenida, ahora nunca más puedo sola, ahora ya no puedo nada...
Pero sí que hay una cosa que podré hacer a pesar de todo, aunque me duela, aunque haya días que no pueda soportarlo y tenga que parar... Tengo dos pequeños que son mi vida, que son los que me levantan, que son lo que me hace pelear aún cuando ya no puedo hacerlo. Son mis dos luces.
Mi niña mayor es mi pilar, ella aún no lo sabe, aún no se da cuenta, pero es quien más me centra, quien me mantiene a flote, aunque la regañe más que nada... Es mi luz... Mi guía, mi faro, mi vuelta a casa...
Mi niño es quien me necesita más... Siempre lo he sentido así... No sé por qué.. Ahora todo encaja y todo tiene sentido...
Y soy de cristal y no puedo, pero aquí estoy, como siempre, encajando una vez más, masticando y rumiando para poder mañana repartir café por las redes y preocuparme por la gente que siento ya parte de una familia digital que se ha convertido en mi única ventana al mundo...
Porque mi pequeño es
autista... Porque presenta un trastorno generalizado del desarrollo... Porque presenta alteraciones en las áreas relacional y comunicacional, tiene marcada alteración del patrón de intereses y de actividades, porque lo tiene restringido... Porque es hipersensible... Inquieto... Muy irritable... Con dificultades de regulación...
Es
AUTISTA... (Mastica, rumia, traga, asimila y mañana será otro día)
Por lo pronto en Atención Temprana tendremos que ir despacio, para que no se agobie, para que se vaya acostumbrando, de terapeuta en terapeuta... Ya habrá tiempo de correr, espero...
Y estamos empezando un proceso largo e incierto, y nos aferramos, sin querer, a esperanzas ciegas... Tenemos mucha suerte y nos sentimos muy arropados desde mi ventanita al mundo...
Y nos queda mucho camino por delante... A los cinco... Mucha pelea por los derechos de mi niño, por mi niña, porque mi niño avance todo lo que pueda, porque pueda ser lo más independiente posible y tenga las menos crisis posibles... Porque sea feliz y porque no le quede una carga a su hermana cuando ya no estemos...
Y me vuelvo a convertir en cristal porque me consume la duda de no saber qué será de mi destino, de no saber si podré llevar a mi hijo a sus terapias o tendré que arrastrarme a un trabajo que no puedo ejercer porque soy de cristal.. Y vuelven a cargar con todo el peso los demás porque yo no podré, porque me rompo, porque soy cristal...
Y sigo masticando, rumiando, tragando, asimilando, porque mañana será otro día. Mañana también seré de cristal pero me reiré, repartiré café en las redes, me preocuparé sinceramente por mi ventanita al mundo, jugaré con mi niño y seré cristal que se rompe en mil pedazos...
Buenas noches habitantes de mi Madiguera particular. Espero veros en la próxima historia.
Abrazo fuerte de oso.