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17/11/16

Desde las entrañas





Bienvenidos, mis queridos confidentes, mis Habitantes de la Madriguera.

Hoy no os traigo un post de los que acostumbro, de esos desenfadados, ligeros, y amenos de leer (o al menos eso me gusta pensar)

Hoy escribo con nocturnidad y alevosía, cuando todo el mundo duerme, mientras mi mediolimón por fin consigue respirar regularmente, cuando mis pequeños sueñan: Azahara tranquilamente arrebujada en sus mantas y Alfredo sin tapar, porque es imposible, no se deja, aunque estoy convencida de que hoy tendrá sueños agitados pues ha pasado un día muy difícil para él.
Todos hemos pasado un día muy difícil...

Hoy os escribo uno de esos post que normalmente se quedan en la bandeja de borradores esperando que los desempolve y les de vida, aunque eso nunca llega y mueren en el olvido.

Hoy os escribo desde las entrañas, mientras lloro amarga en silencio, sin ver la pantalla, mientras me rompo porque soy de cristal, mientras sé que mañana no podré moverme apenas porque mi cuerpo no responde a las necesidades que le exijo, porque necesito un diagnóstico que no llega, porque la incertidumbre al respecto y la incapacidad y la necesidad de avanzar más y más rápido me van consumiendo.
Porque necesito un cuerpo que responda y no lo hace, nunca lo hace, duele siempre, siempre... Y el diagnóstico adecuado nunca llega... Y la cabeza a veces no funciona como debería, es un enorme agujero negro por donde desaparecen conceptos y vocabulario... E incluso memoria a corto plazo... La medicación, me tengo que repetir una y otra vez... Es la medicación...

Y sé que está mi mediolimón ahí, cubriéndome las espaldas, duchándome porque yo ya no puedo, cargando siempre el peso en casa, haciendo el trabajo duro... Siempre, desde siempre, para siempre..
Y sé que está mi madre... a la que le debo la vida antes, ahora y siempre... Que sé que tiene sus dolores, que sé que se ahoga pero tira más que yo, porque no puedo... Y no me llegan nunca las palabras a la garganta para agradecérselo... Se me amontonan y me atragantan...
Y me vuelvo a convetir en cristal....


Y no me gusta ser cristal... Siempre he sido acero... Siempre he podido sola... No me ha tumbado una depresión de lo más autodestructiva que hayan visto los psicólogos, salí por mi fuerza. No me han tumbado los malos tratos sufridos, que casi acaban conmigo y de los que salí huyendo, sin ser consciente realmente, embarazada de 7 meses...  Y ahora me tumba mi cuerpo, la realidad me envuelve y me atrapa y me hunde cuando me pilla desprevenida, ahora nunca más puedo sola, ahora ya no puedo nada...

Pero sí que hay una cosa que podré hacer a pesar de todo, aunque me duela, aunque haya días que no pueda soportarlo y tenga que parar... Tengo dos pequeños que son mi vida, que son los que me levantan, que son lo que me hace pelear aún cuando ya no puedo hacerlo. Son mis dos luces.
Mi niña mayor es mi pilar, ella aún no lo sabe, aún no se da cuenta, pero es quien más me centra, quien me mantiene a flote, aunque la regañe más que nada... Es mi luz... Mi guía, mi faro, mi vuelta a casa...
Mi niño es quien me necesita más... Siempre lo he sentido así... No sé por qué.. Ahora todo encaja y todo tiene sentido...

Y soy de cristal y no puedo, pero aquí estoy, como siempre, encajando una vez más, masticando y rumiando para poder mañana repartir café por las redes y preocuparme por la gente que siento ya parte de una familia digital que se ha convertido en mi única ventana al mundo...

Porque mi pequeño es autista... Porque presenta un trastorno generalizado del desarrollo... Porque presenta alteraciones en las áreas relacional y comunicacional, tiene marcada alteración del patrón de intereses y de actividades, porque lo tiene restringido... Porque es hipersensible... Inquieto... Muy irritable... Con dificultades de regulación...
Es AUTISTA...  (Mastica, rumia, traga, asimila y mañana será otro día)
Por lo pronto en Atención Temprana tendremos que ir despacio, para que no se agobie, para que se vaya acostumbrando, de terapeuta en terapeuta... Ya habrá tiempo de correr, espero...

Y estamos empezando un proceso largo e incierto, y nos aferramos, sin querer, a esperanzas ciegas... Tenemos mucha suerte y nos sentimos muy arropados desde mi ventanita al mundo...

Y nos queda mucho camino por delante... A los cinco... Mucha pelea por los derechos de mi niño, por mi niña,  porque mi niño avance todo lo que pueda, porque pueda ser lo más independiente posible y tenga las menos crisis posibles... Porque sea feliz y porque no le quede una carga a su hermana cuando ya no estemos...

Y me vuelvo a convertir en cristal porque me consume la duda de no saber qué será de mi destino, de no saber si podré llevar a mi hijo a sus terapias o tendré que arrastrarme a un trabajo que no puedo ejercer porque soy de cristal.. Y vuelven a cargar con todo el peso los demás porque yo no podré, porque me rompo, porque soy cristal...

Y sigo masticando, rumiando, tragando, asimilando, porque mañana será otro día. Mañana también seré de cristal pero me reiré, repartiré café en las redes, me preocuparé sinceramente por mi ventanita al mundo, jugaré con mi niño y seré cristal que se rompe en mil pedazos...

Buenas noches habitantes de mi Madiguera particular. Espero veros en la próxima historia.
Abrazo fuerte de oso. 

30/8/16

#ElTemaDeLaSemana: Diferencias entre mi infancia y la de mis peques.


¡Bienvenidos de nuevo, Habitantes de La Madriguera!

Esta semana nos unimos de nuevo a la iniciativa de @papasblogueros #ETDLS o lo que viene siendo, el tema de la semana. 
En esta ocasión reflexionamos sobre las diferencias entre nuestras infancias y la de nuestros peques. Que haberlas haylas... Y bastantes. Aunque supongo que las iremos viendo por el camino con nuestros 2 peques de 5 y de 1 año y 10 meses, respectivamente.

Por lo pronto tienen acceso a mil millones de dispositivos electrónicos (disimulemos, que no se ha notado nada la exageración cordobesa) que nosotros no teníamos. Ahora, entre los móviles, las tablets, los ordenadores, consolas y demás, la mayoría de los niños creo que ni se acuerdan de cómo jugar a otras cosas.
Nosotros si pillábamos una de esas maquinitas de matar marcianos o cualquier otra del estilo, ya éramos los más guays del universo.


Y si queríamos marcha tecnológica, íbamos a los recreativos, después de suplicar muchísimo a nuestra señora madre para que nos dejara ir y encima nos subvencionara la juerga.
Pero claro, eso es cosa de más mayores, no de 5 años, así que vamos a dejarnos de nostalgias de viejunos y a lo que íbamos.

Con 5 añitos mi niña es una fan de póster y de carpeta de los Pin y Pon (a parte de Frozen, claro) igualita que su madre. La única diferencia entre los de antes y los de ahora es muy evidente.
¿Os acordáis de los de nuestra época?


Ahora son mucho más sofisticados, dónde va a parar.


Y como os decía, nacen con una tablet debajo del brazo, así que las manejan mejor que nosotros antes siquiera de decir mamá o papá.

¡Ah! Y la tele. Ese tema de por sí da para un maxi post, pero por ahora nos centraremos en los horarios. En nuestra época sí que existía eso del horario infantil y había que esperarse a ver nuestros programas favoritos como La Bola de Cristal, que molaba mucho o El planeta imaginario que molaba aún más si cabe, entre otros.



Pero bueno, vamos a dejarlo aquí que, releyéndolo, más que un micropost sobre las diferencias de la infancia, esto parece una oda a los ochenta, por otro lado, la época más molona y "más mejor" de todas (no se nota nada que es cuando nací, ¿eh?)
Y nada más que contar por ahora. ¡A ver qué sorpresas nos depara el próximo tema de la semana!

Gracias por echar un ratito en La Madriguera leyendo estos desvaríos y sentíos libres de comentar lo que queráis a ver qué diferencias encontráis vosotros.
¡Nos vemos en la siguiente historia! ¡Abrazo fuerte de oso!

24/8/16

#ElTemaDeLaSemana: Cosas que nunca te imaginaste que harías


¡Bienvenidos Habitantes de La Madriguera!

Hoy nos unimos a la propuesta de @papasblogueros: #ElTemaDeLaSemana, así seguimos conociendo a los compis de la blogosfera (y que me gusta un sarao y me apunto a todo también tiene que ver).

Esta semana vamos a hablar de cosas que nunca te imaginaste que harías... A ver por dónde empiezo:

1.- En primer lugar, casarme. Tenía clarísimo lo de tener niños y demás pero huía de la palabra boda como si fuera la peste y luego llega mi medio limón @papaagonias, tras 17 años de martillo pilón, me lo pide y ni me lo pienso. Un SI como un castillo de grande. Y es que no podía ser de otra manera, no lo habría hecho con ningún otro.

2.- Hablando de tener niños, después de que naciera mi niña tras un embarazo de tortura, un parto horroroso (casi acaban con las dos) y una semana de ingreso de la peque en la uvi de neonatos, acabé lo suficientemente traumatizada como para pensárme muy mucho lo de tener otro bebé.
Y volvemos a mi medio limón, que me lo planteó. Yo siempre pensaba en tener 2 (hasta lo de mi bichito, ya digo) y no hizo falta que me tentara mucho, me entraron las ganas locas de tener a mi segundo pequeñajo. Tanto que en la foto de la boda se puede apreciar la incipiente barriguilla de mi Bambam. 
¡Y ya somos una familia completa y feliz!
 

 3.- Enseñarle al mundo lo que escribo y lo que hago con mis manitas... Y mira, monto un blog de cuentos y publico los que escribo y demás... A veces creo que hago estas cosas porque estoy perdiendo facultades o algo... Me lo tendré que hacer mirar...
Y lo vamos a dejar en estos tres puntos que en realidad tengo muchísimas cosas más que nunca jamás pensé que haría y ahora hago y me planteo, pero mejor las comentamos en otra ocasión, así os quedáis con el "intringulis".

Gracias por echar un ratito en La Madriguera leyendo estos desvaríos y sentíos libres de comentar lo que queráis.
¡Nos vemos en la siguiente historia! ¡Abrazo fuerte de oso!

25/4/16

Una ayuda para Alicia

¡Bienvenidos Habitantes de La Madriguera!

   Hoy no os traigo ningún cuento ni ninguna historia. Hoy quiero hablaros de Carolina (también conocida como @MamaResiliente) y de su pequeña Alicia, una niña preciosa con parálisis cerebral grave que necesita diversos tratamientos y terapias para mejorar su día a día.

   Ser una persona tan dependiente es muy costoso... Y ya no hablamos sólo del gasto emocional que conlleva el reinventarse y reponerse de semejante noticia como madre/padre/familia/amig@ de una persona dependiente.
    Hablamos del desembolso económico de estos papá/mamá/familiares que supone invertir en esos tratamientos efectivos para mejorar la calidad de vida de esta personita dependiente.

   Primero tienen que enfrentarse a un replanteamiento y reinvención total de las rutinas familiares establecidas (vamos a no entrar más allá y a no suponer lo que significa algo así a nivel personal)
    Después se enfrentan a una lucha incansable con las instituciones que los menosprecian, los ningunean, los invisibiliza y los abandona pues, seamos sinceros, las ayudas para la dependencia españolas dan poco más que risa (siempre que no te toque a ti, claro, que entonces nos indignamos mucho)

   Y en esas están Carolina, Alicia y familia, peleando con las instituciones y peleando por el día a día en una carrera de fondo contra el tiempo.
   ¿Y quién está preparado esa carrera? Yo puedo decir que he tenido mucha, muchísima suerte porque cualquiera de mis 2 topitos podría ser Alicia, así que no puedo quedarme indiferente al larguísimo camino que ya ha recorrido Carolina (una mamá preciosa por dentro y por fuera) y todo el que le queda por recorrer aún. Y quiero ayudar.

   Si tú también quieres conocer sus tribulaciones puedes apuntarte a su blog: ayudaparaalicia.blogspot.com


   También puedes colaborar haciéndote con una de estas preciosidades:

                 
   Si quieres, puedes ayudar a Alicia en el siguiente enlace: http://ayudaparaalicia.blogspot.com/

   Yo colaboro. ¿Y tú? ¿Vas a quedarte indiferente? Colabora como puedas y/o difunde para que lleguemos a cuanta más gente, mejor.

   Muchas gracias por tu tiempo y tú colaboración y ya sabes que puedes contarme lo que quieras, que me encanta leerte.
   ¡Hasta la siguiente historia! ¡Abrazo fuerte de oso!

17/4/16

¿Embarazo, bendito embarazo?



¡Bienvenidos Habitantes de La Madriguera!
         Hoy os traigo una reflexión personal, después de una semana larguísima de trabajo y mientras tengo cuento nuevo en el horno.
        Cuando decidimos tener niños, idealizamos tanto el embarazo como la crianza y nos lanzamos a la aventura dichosos y felices, pero... ¡Ay, almas de cántaro! Nos topamos con la cruda realidad...

         Ignoremos los "males" obvios tales como la fiesta de hormonas en la que nos convertimos, la falta de control sobre tu vejiga (y más si es el 2º o 3º embarazo), las náuseas del primer trimestre e incluso del tercero si has tenido la misma suerte que yo, reflujos, digestiones lentas, estreñimiento, pies como botas, circulación terrible, ser una marmota el primer trimestre y el insomnio del tercero, etc...

         En fin, todo fiesta y alegría desde el minuto cero.

         Por supuesto, también es lo más bonito que te puede pasar e incluso hay momentos en lo que lo echas de menos... Desde luego, nunca estás tan tranquila como cuando tienes a tu fierecilla en la barriga. Independientemente del embarazo que estés pasando o que te estén haciendo pasar.

         Cuando por fin tienes a tu bebé en tus brazos, se acaban la tranquilidad y el sosiego. Quedan reemplazados por el susto, el estrés y el insomnio, entre otros, por siepre jamás.

         Y nos echamos unos mil años encima de golpe y porrazo... Y hacemos prácticamente todas y cada una de las cosas que nos juramos y nos perjuramos que no haríamos nunca, en momentos en los que nuestra paciencia se ha ido de vacaciones.

         En mi caso, además de todo esto, mi segundo embarazo me trajo un regalo inmensísimo e inesperado: redujo muchísimo mi dolor de espalda.Para poneros en antecedentes, os cuento un poco. Sufro de dos hernias de disco cervicales, una de ellas lateralizada hacia la derecha y sí, lo habéis adivinado, soy diestra.

         Para llegar a semejante diagnóstico "sólo" han tenido que pasar once "cortos" años y muchos médicos. Mal diagnosticada con simples contracturas musculares, el dolor se ha ido apoderando de mi día a día hasta llegar a mi situación actual, en la que pelar una simple patata, para mí es un mundo (de hecho, llegaron a plantearse si lo mío no sería fibromialgia, pero mira, "he tenido suerte").

         En fin, que me he convertido en una "pobre personita desvalida" que no puede hacer todo lo que hacía antes.

         He de decir que siempre he sido un poquito bruta y he movido muebles sola, he hecho mil y una mudanzas, cargado mucho, muchísimo peso y claro... Ahora hay que acostumbrarse y hacerse a la idea de que se me ha acabado la alegría de cargar como un mulo de carga, valga la redundancia.

         Aunque tengo que confesar que lo que peor llevo es no poder bañar a mis topitos, o no poder cogerlos sin estar sentada, o que mi topita la mayor tenga interiorizado que a mami le duele mucho la espalda y el lado derecho del cuerpo y ella tiene que cuidarme, o cuando juega a que le duele la espalda como a mamá... Ahí se me cae el alma a los pies.

         En esas ocasiones echo mucho de menos mis hormonas de embarazada. El súper poder que me daban de no sentir el dolor de espalda y poder moverme con soltura (bueno, la que nos deja el barrigón) sin miedo a quedarme pillada en el momento menos oportuno.

         Esas ocasiones echo de menos mi barriga, pero luego recuerdo todo lo que la acompaña y se me pasa.

         Pero tengo la inmensa fortuna de ser mamá de un cielo de niña (con una inteligencia emocional que ya quisieran muchos talluditos para sí mismos) a mi niño que no cambiaría por nada del mundo y una familia que me apoya, me ayuda y soporta mejor que yo este cambio de guión en el que les toca tirar más del carro de lo que a mí me hubiese gustado y cargar con todo el trabajo extra que yo no puedo hacer (gracias Sergio, aka @papaagonias, gracias mamá. Sin vosotros no sé si lo aguantaría).

 Y nos vamos adaptando a hacer menos e intentar disfrutar más de todos los días que nos quedan por delante, por muy confusa y enrevesada que sea la crianza de los monstruitos que una vez llevamos en nuestras barrigas.

         ¿Y vosotros echais de menos vuestro embarazo? ¿Os encontrásteis con algún súper poder? Contadme vuestras peripecias, que me hace mucha ilusión leeros y así compartimos aventuras y desventuras de nuestras barrigas.

        Y esto se acaba. Muchas gracias por tomaros un ratito para leerme. Espero que hayáis disfrutado esta entrada y seguro que os ha hecho recordar aquel tiempo en que esparábais a vuestros retoños, o si estáis esperándolo ahora, ya sabéis lo que os espera
        ¡Hasta la próxima, Habitantes de La Madriguera! ¡Abrazo fuerte de oso!